Por fin hemos regresado, operación retorno mediante, a la árida cotidianidad pospascual, y por lo tanto, aunque en menor grado que tras el regreso de las vacaciones estivales, todavía estamos según los psicólogos en pleno síndrome del retorno. Un síndrome tontísimo, pero que igual provoca fatiga, irritabilidad, inapetencia, cefaleas, languidez, etc. Naturalmente, discrepo de los psicólogos y no me creo que tales trastornos obedezcan al hecho en sí de retornar, sino a lo que te encuentras entonces. Que si es diferente es malo (¿qué ha pasado aquí?), pero si es lo mismo es todavía peor (¡otra vez!). Eso es lo jodido del síndrome, lo alarmante. Regresas a la realidad tras una semana de irrealidad con procesiones, y todo sigue irreal con otras procesiones, como si te hubiesen seguido tamborileando los tambores. Quizá no sea el mismo tamborileo, pero suena igual.
Síndrome del retorno
Palma13/04/23 0:29
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