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La intensidad del voto de castigo a Pedro Sánchez en la convocatoria electoral de este mayo determinará el futuro de Francina Armengol al frente del Govern, extremo que las encuestas de intención de voto –los sondeos en Baleares apuntan a un resultado igualado entre los bloques de derecha e izquierda– no reflejan explícitamente al tratarse de unas elecciones en las que el aludido no es candidato.

Al margen de propuestas y programas, los interrogantes se centran en el día después, el 29 de mayo, y la dinámica de alianzas de las dos fuerzas mayoritarias. Por lo que se refiere a los socialistas, no juegan en solitario, su opción es la de mantener la fórmula de gobierno actual de alianza con la ultraizquierda (Podemos) y los nacionalistas (Més), sean cuales sean sus exigencias. A pesar de la imagen que se haya fabricado Armengol, su continuidad al frente del Consolat dependerá de nuevo de sus socios, si se da el caso. Aunque las perspectivas no parecen excesivamente halagüeñas. En Palma, prácticamente la mitad del censo de Baleares, el hecho de situar de número dos a Rosario Sánchez, cuyo trabajo al frente de la Conselleria de Hacienda es bien visto en el PSOE, lleva a pensar que se da por perdido el ayuntamiento con José Hila, incomprensiblemente de nuevo candidato a la Alcaldía, y se apuesta por quien pueda ser la aspirante a presidir en el futuro el consistorio más importante de Baleares.

De tal manera que las preguntas acerca de pactos se dirigen insistentemente a las candidaturas del PP y su relación venidera con Vox. En un reciente encuentro con el Club de Opinión Azafrán, Marga Prohens aportaba algunas claves que resultan esclarecedoras: sin cerrar la puerta al acuerdo con otros partidos en decisiones puntuales, negó en redondo la especie, atribuida al candidato por Mallorca de Vox, de cambiar la Conselleria de Educación por la presidencia y rechazó de plano otra contingencia que se repite con insistencia: la Alcaldía de Palma para el candidato de la ultraderecha a cambio del Govern. Prohens fue taxativa: Jaime Martínez será alcalde si la suya es la candidatura más votada. Así es en los ayuntamientos, administraciones marcadamente presidencialistas: si un candidato no obtiene la mayoría absoluta en primera votación (en Cort podría darse la circunstancia de una alianza de perdedores, pero que sumasen los 15 concejales y ya se sabe que al final gana quien forma gobierno), queda proclamado alcalde el primero de la lista más votada. Con la misma firmeza, Marga Prohens afirmaba que las instituciones no pueden ser moneda de cambio entre partidos, una situación execrable que la política balear ha vivido en demasiados momentos. Hasta la Alcaldía de Palma llegó a ser compartida por PSOE y Més.

En sus intervenciones públicas, la líder popular subraya constantemente su compromiso con la moderación y la pretensión, si los resultados así lo deciden, de formar un ejecutivo estable, objetivos que casarían mal con las ansias por hacerse notar del partido a su derecha, cuya experiencia de gobierno en Castilla La Mancha o el hecho de haber impedido la aprobación de los presupuestos de la Comunidad de Madrid, y en general su discurso, no invitan precisamente a considerar sus aportaciones como sinónimo de tolerancia y sensatez.