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Tal como la izquierda proclama a voz en cuello, probablemente Vox sea el demonio, un peligro, va a destruir la sociedad, nos va a hundir a todos, es una desgracia. Yo no estoy del todo seguro de su maldad pero, desde luego, habría preferido que no hubiera nacido un partido tan de derechas porque nadie necesitaba más confrontación. De hecho, Vox no existía. Había cuatro colgados por ahí, pero no tenían plataforma, ni partido, ni votantes. ¿Qué es lo que ha pasado para que en apenas ocho años en Baleares pasáramos de que Vox ni siquiera se presentara a las elecciones de 2015 a que ahora sesenta mil ciudadanos le hayan dado su voto? Y no están sólo en Palma sino que ¡¡se han implantado en la rojísima Menorca!! ¿Por qué esos sesenta mil ciudadanos de pronto se han hecho fascistas? Esta transformación tuvo lugar durante los últimos ocho años de mandato socialista, lo cual igual no es una simple coincidencia. A ver si, asustándonos con que viene el lobo, lo que han hecho es construirlo. De igual manera que con sus políticas en favor de los alquileres baratos han conseguido que el precio se dispare.

Como mínimo, deberían admitir que algo hicieron mal para conseguir que en ocho años hubiera tantos votantes de la ultraderecha como de Més y Podemos juntos. Si Vox es tan peligroso, deben admitir que no supieron evitar su crecimiento. Si esa es la cohesión que logró IB3, podían cerrarla ya. Porque no me van a decir que todo ha sido culpa de los votantes, precisamente cuando la izquierda controlaba la esfera pública y las narrativas dominantes.

Yo le pregunto al PSOE, la izquierda moderada, si la cantidad desproporcionada de medidas que ha acordado con lo más loco de Podemos, si su entrega a los disparates de Més, si su constante revisión de la historia reciente, si su apoyo acrítico al feminismo de Irene Montero y de Sonia Vivas, si su apoyo a la disparatada ley de vivienda, si sus políticas de cambio de sexo, si su ley de educación, si sus silencios cómplices, no podrían ser vistos como una invitación para que algunos votantes se echaran al monte.

Estos días Vox ha exigido al ayuntamiento implementar doce puntos que el exalcalde socialista de Palma, Ramón Aguiló, hubiera firmado con los ojos cerrados: aumento del número de policías, de servicios de bus, más limpieza, y bilingüismo en las relaciones con el ciudadano. ¿No es el bilingüismo lo que establecen las leyes? Observen que Vox parece mantener Emaya como empresa pública cuando los comunistas en Córdoba tienen la basura en manos privadas.

A mí también me espanta Vox, pero ¿no estaría bien que alguien en Baleares explicara quién ha echado gasolina en este incendio con políticas que han horrorizado incluso a los socialistas de siempre? ¿O es que rechazar a los médicos que no hablen en catalán iba a ser gratis? ¿O es que no iba a tener coste invitar a los ciudadanos a no contestar en castellano a quienes no hablen catalán? No sé en qué parte, pero me atrevo a decir que, sin duda, la izquierda también empujó a crear Vox. De manera que nunca estaría de más un reconocimiento de responsabilidades, aunque esto tenga que esperar al 24 de julio.