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Esta campaña electoral está siendo distinta a todas las demás: sobran los carteles, sobra la propaganda, sobran los programas y todo está quedando en un estrambote de las pasadas elecciones autonómicas y municipales, como aquel par de versos que se añadían a los sonetos para rematar su intención. En esta campaña vuelven de nuevo las dos Españas, como se vio claramente en el encuentro, que no debate, entre Sánchez y Feijóo, y a eso se reduce todo. ‘España o el sanchismo', nos dijo el postulante del PP a la Presidencia sin el más mínimo arrobo, demostrando así, por milésima vez, lo que este amigo de narcotraficantes entiende por democracia. Como aviso para navegantes, Feijóo nos mostró lo que nos espera si gana las elecciones: que será un presidente marrullero, cínico y zafio que puede mentir con total descaro, a sabiendas, con premeditación, alevosía y mucho regodeo; que dice una cosa y hace la contraria, como está demostrando con sus pactos poselectorales con VOX. Y recordemos que su partido aún no ha condenado el franquismo. Con Feijóo volverían los devotos de Frascuelo y de María, en versión rabiosamente neoliberal. Tal que Aznar, el jarrón chino del PP, que anda desgañitándose estos días pidiendo el retorno a los recortes y la austeridad. Es por ello que el votante exquisito de izquierdas, ese que suele abstenerse de tan puro y se la coge con papel de fumar, debería aparcar sus pijoterías el 23-J y ayudar a impedir la vuelta de los muy asfixiantes alcanfores franquistas.