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Me entero por la prensa de que algunos científicos, estudiando los sedimentos de un diminuto lago canadiense, han logrado fechar con precisión nada menos que el inicio del Antropoceno, que es como ciertos científicos muy antropocéntricos proponen llamar a la actual era geológica, que sucede al Holoceno de toda la vida, y se caracteriza por el papel decisivo de la humanidad en los cambios geológicos. El ser humano como medida de todas las cosas; un poco antropocéntrico, sí. Parece que el nombre de Antropoceno, en su afán de proteger al planeta y prevenir sobre el desastre climático, se le ocurrió en el año 2000 al Nobel de Química y activista ambiental Jozef Crutzen, y ya ven, en cuatro días como quien dice, hasta tenemos la fecha de inicio de esta nefasta era geológica. 1950, exactamente, que mira por dónde es cuando nací yo, entre berrinches y pataletas. Y con razón; no se puede nacer con más mala pata, bajo signos más ominosos. Ahora, además, estos científicos me han fastidiado los cumpleaños, que ya no podré celebrar para no parecer un negacionista que se mofa del cumpleaños de esta calamidad geológica. ¡El Antropoceno! Ahí empezamos a joder el planeta, y si tengo la edad de una era geológica, más vale que diga algo antes de que dicho conocimiento me amargue la vejez. Conviene, en efecto, proteger el medio ambiente, y evitar en lo posible que todo se achicharre y se convierta en basura carbonizada, pero no porque la naturaleza se lo merezca, sino porque nos va la vida en ello. La naturaleza es un horror irracional, una cosa de locos, con bestias devorándose entre sí y sistemas solares estallando en remotas galaxias. Matanzas y apareamientos sin alegría, he aquí el equilibrio ecológico. ¡La estética de la supervivencia, que hace babear de entusiasmo a los documentales de la 2! La justicia y la belleza son sueños humanos, en la naturaleza no hay nada de eso. Está como una cabra. Puestos a ser antropocéntricos y fundar el Antropoceno, mejor serlo del todo. Basta de prédicas sobre la bondad del planeta y la maldad de la gente. Hay que salvar el ambiente para que no nos mate, que es lo que suele hacer. Lo sé porque ya tengo la edad de un sedimento geológico.