Ciudad sin ley

Los compañeros periodistas, de esta insigne publicación, desarrollan noticias encabezadas por afirmaciones como: «La comisaria de la Policía Local de Palma y su mano derecha facturaron más de 31.000 euros en horas extras en un año», seguro que dirigir este complejo apéndice del Ajuntament requiere más horas de lo establecido como jornada laboral, o más conocimiento y habilidad.

En otra noticia podemos leer que: «Cort ha pagado 10 millones de euros en horas extras a su policía en cuatro años»; no solo dirigir debe ser complejo, regular la seguridad y perseguir los delitos también debe requerir de más horas. Por eso en otra noticia de Ultima Hora leemos: «El regidor de Seguretat Ciutadana, Guillermo Navarro, detalló que la Policía Local realizó 37.994 horas extras en 2011, que tuvieron un coste de 1.608.918 euros; mientras que en 2012 se realizaron 16.504 horas extras, por las que se abonaron 704.227 euros.»; además de la complejidad de las funciones inherentes, también se denota falta de personal o la necesidad de ampliar plantilla, que a más trabajadores, menos cansados y más avispados.

La sensación en la calle es que nunca hay un policía cuando se le necesita, incluso cuando se le solicita, parece nunca llegar o que hay que insistir en la reclamación, como si la perseverancia pudiera ser un barómetro para medir la importancia real de la demanda. Y si en las calles se ven carteles publicitarios donde se afirma: «La policía de barrio vuelve a recorrer nuestras calles», cuando la realidad es que el ciudadano debe reclamar online, en un cuestionario poco evidente en su finalidad y esperar pacientemente, en alguna barriada con mayor resignación que en otras, a que el agente del orden reciba la solicitud, pasee por fin por la zona de la incidencia, realice sus pesquisas y finalmente redacte un informe que responderá digitalmente a la solicitación, «Una policía de proximidad para ayudar a que juntos vivamos y convivamos en un barrio mejor», parece un eslogan publicitario falto de personal y difícil de materializar, que cuando el gato no está, los ratones bailan.