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El problema entre Palestina e Israel no es una novedad, es un asunto que lleva enquistado desde hace muchísimo tiempo y que no tiene visos de mejorar. La situación política actual no permite, además, ser excesivamente optimista sobre una posible solución ya que la actual tendencia no es precisamente hacia una sociedad más tolerante y propensa al diálogo sino todo lo contrario. Vivimos rodeados de información manipulada, cuando no directamente falsa, cuyo objetivo suele ser una mayor polarización de la sociedad. Este hecho explica, por ejemplo, que Donald Trump pueda volver a convertirse en el presidente de los Estados Unidos de América o el ascenso de Milei en Argentina.

Desgraciadamente las grandes potencias que son las que cortan realmente el bacalao en todos los ámbitos y serían las únicas con posibilidades de frenar este conflicto responden a sus propios intereses lo que en la mayoría de los casos significa que éste se prolongue en el tiempo.

Históricamente este tipo de conflictos sólo han tenido dos soluciones o el genocidio o la negociación.
Sin justificar ni de lejos los atentados de Hamas, creo que la prepotencia y el abuso de Israel parece que se inclinan hacia el genocidio en su pretensión de acabar incluso con la población inocente de Gaza. Espero sinceramente que la comunidad internacional sea lo suficientemente responsable y entienda que esto no puede tolerarse, como no debe tolerarse el terrorismo de Hamas y apueste por la negociación y el entendimiento.