Los mallorquines solemos interesarnos por los demás. Si vamos por la calle y nos cruzamos con algún conocido, le preguntamos amablemente cómo le van las cosas. Sin embargo, nunca esperamos que ese conocido con quien casualmente nos hemos topado vaya a explicarnos la verdad. Hay convenciones sociales que se sobreentienden, o se dan por sabidas, o por descontado. Si un mallorquín te pregunta cómo te va todo, da por supuestísimo que le vas a responder que bien, aunque estés padeciendo un ataque de apendicitis en ese preciso momento.
De hecho, en la mayoría de los casos, la pregunta no va más allá de un simple comentario amable, de una pregunta retórica que, ya se sabe, nunca espera respuesta. Seamos sinceros: hay respuestas incómodas o inconvenientes.
¿Somos sinceros?
Palma25/12/23 0:29
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