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El puto amo, Pedro Sánchez, en palabras de su ministro fogonero, Óscar Puente, ha decidido seguir en La Moncloa hasta que decida lo contrario. El fervor popular y las innumerables y desinteresadas muestras de cariño fueron determinantes en frenar su marcha. Él sigue y, con total seguridad, su forma de entender la política aunque -y para eso ya falta poco- hay que ver si los resultados de las elecciones catalanas y luego las europeas le levanta el ánimo. Después del formidable teatrillo de la pasada semana, el presidente tiene todavía un aspecto mohíno para tratar de hacer creíble el insomnio y ayuno de cinco días. Lo cierto es que ninguno de sus socios se tragó el infantil numerito de su retiro espiritual, que para ser efectivo sólo puede tener lugar en Son Bono con sus soberbias vistas sobre la bahía de Palma. Todo lo demás son pamplinas. De lo que estoy seguro es que con los actuales actores en la escena política española nada y nadie cambiará el guión, por fortuna los ciudadanos están en otras cuitas.

La confirmación de que la inmovilidad se ha adueñado de la clase política es la designación como número 7 de la lista del Partido Popular al Parlament Europeo a Rosa Estaràs, auténtica superviviente desde 1984 -recién estrenada la licenciatura de Derecho- hasta la actualidad. Ha ocupado cargos de la máxima responsabilidad en Balears, el Congreso y Bruselas desde 2009. Pudiera equivocarme, pero debe ser una de las políticas más veteranas del cosmos, junto con Maria Salom y Catalina Cirer. La de Estaràs puede decirse que es una carrera interminable, como la de Rafa Nadal; aunque éste ya no oculta que está llegando a su fin. La de Valldemossa todavía tiene aspiraciones, ¿si Joe Biden continúa, por qué ella no? Será cierto que en el PP se han quedado sin banquillo desde hace décadas.

El que la Casa Real se niegue a facilitar la autoría y contenido de los informes que avalan la distinción de Real a la Acadèmi de sa Llengo Baléà o como puñetas se escriba es grave. La institución monárquica no puede dar la espalda a los lingüistas, que para eso han estudiado. De seguir así, no deberá extrañar que dentro de poco la Wikipedia pronto tenga la misma distinción que la Acadèmi, de verdad que Felipe VI no está para que según qué tonterías. Que se lo pregunten a los que ayer se manifestaron en la plaza Mayor palmesana.

Lo de Sóller y Formentor

El colapso la pasada semana en los accesos a Sóller y Formentor es una advertencia seria de la necesidad de poner orden en la gestión turística, y no de la manera que reclaman quienes ven un enemigo en nuestros visitantes. No hace falta que la presidenta Marga Prohens encargue encuestas de saturación, basta que salga a la carretera y cuente cuántos ciclistas no se ha llevado por delante. ¿Nadie les dice que deben circular por el arcén y en fila india? Dejar que se alimente la turismofobia es un error mayúsculo. ¿Cuándo se obligará a que AENA espacie los slots en Son Sant Joan? Madrid no quiere ceder su parte del pastel. Se preserva el suelo rústico, pero cualquier portassa puede convertirse en una tienda de souvenirs, bar o heladería. Demasiadas incoherencias en la gestión de nuestra principal fuente de riqueza. Nadie quiere poner sensatez. Vamos mal.