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Nadie duda del atrevimiento del presidente Sánchez. Tampoco de su capacidad para adaptar sus deseos a la realidad. Pero no puede pretender que las personas que razonan se sientan abducidas como les ocurre a todos los monaguillos de su coro habitual. La cosmética que ha introducido a la Ley de Regeneración Democrática para conseguir el travestismo político es de una calidad que roza la genialidad. O sea, ahora en un mismo paquete introduce una carta bomba para amordazar a los medios de comunicación no afines, al mejor estilo estalinista. Y lo adorna con un lazo de la falsa progresía habitual. Como reza la frase «No hay peor mentira que una verdad a medias». El sazonamiento de la falacia de regeneración, buena en sí misma, es el pretexto para destruir el sagrario de la democracia que es la libertad de expresión. Dentro de poco supongo que nos llamaran de Delegación de Gobierno para someternos a la censura y/o castigo si escribimos algo que pueda molestar al dictador, como en la época franquista. Increíble.

Es preocupante la anestesia que impide ver la realidad, a los intelectuales y todo el mundo progre que acostumbra a apoyarlo haga lo que haga. Nadie se atreve a cuestionarlo. Si lo haces, una avalancha bumerang te explota en la cara y te tildan de facha. La divinidad del César no permite nombrarle en vano. Excepto si es para lubricar su ego. Esta es la calidad democrática que tenemos ahora. He querido perder un poco de mi tiempo en saber en qué consistía la ley mordaza. No soy jurista y me aburre la legislación. Pero, en síntesis entendí, que lo que pretendía era dotar de instrumentos legales a las Fuerzas de Seguridad del Estado para realizar su trabajo. Pero esto al Gobierno actual no le gusta. Ellos protegen al delincuente. Pasa con los okupas, los ladrones e incluso los asesinos. Uno entra en tu domicilio a robar y/ o asesinarte y antes de nada, tienes que preguntarle cómo lo hará, porque si pensaba acuchillarte y degollarte y tú en tu propia casa le disparas con una escopeta. El gana el juicio porque tu respuesta no ha sido proporcional. Si entra un okupa y se inventa el pretexto de la vulnerabilidad la justicia lo protege. Incluso Sumar plantea una ley para defenderlos. Definitivamente, esto es delirante. Es un atropello inmoral, insensato e injusto a los que trabajamos y pagamos impuestos de forma religiosa. El Estado tiene obligación de protegernos y darnos seguridad. No quiero ni pensar que la ley que presenta ahora Sánchez servirá para resolver los problemas de su esposa si finalmente es imputada. O imagínense que ahora tengamos que pagar los daños morales a los mandatarios del PSOE que gobernaron Andalucía con el fraude de los ERE. Los responsables de los millones de euros defraudados han sido absueltos. El Tribunal Constitucional se luce en lo injusto e irracional. Déjennos creer en algo. Reserven alguna institución sana.