Un juzgado de Palma ha archivado la denuncia que presentó una joven
contra su ex jefe, un empresario alemán, al que denunció por acoso
sexual en el trabajo. La Fiscalía, a pesar de que hay testigos y
hay intervenciones telefónicas que recogen los hechos, ha entendido
que no hay motivos para acusar de delito al empresario, por lo que
pide que el caso se archive. El abogado de la denunciante ha
recurrido la decisión, y confía en que el caso se reabra.
Ana Jiménez Aragón trabajó durante dos años en un solarium,
donde se encargaba de la recepción. El negocio es propiedad de un
extranjero quien, según la versión de la denunciante, al principio
comenzó a acosarla enviándole flores y a dejarle mensajes. Como
veía que ella no aceptaba (está casada), el empresario le recordó
que el que mandaba era él, y que su empleada debía hacer lo que le
indicara. Aunque la situación era insostenible, Ana dice que no
tenía más remedio que seguir con ese trabajo porque su familia
atravesaba un bache económico. Durante este tiempo la mujer afirma
que el empresario le insinuó varias veces que se desnudara, pero
ella le rechazó. Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue un
incidente que ocurrió hace un año y medio. «Mi jefe se creía que no
había nadie, me encerró en una de las cabinas, se quitó la ropa y
me quiso violar». La llegada de un cliente evitó que la situación
continuara.
La mujer decidió ese día denunciar a su jefe por acoso sexual en
el trabajo. Ana afirma que en el juzgado han declarado dos clientas
que escucharon como la acosaba, y «han confirmado mi versión,
puesto que escucharon como mi jefe me ordenaba que me desnudara».
Tras presentar la denuncia el juez autorizó que se interviniera el
teléfono de la mujer, y de esta forma se grabaron «más de 70
llamadas suyas en las que me amenazaba. Me llamaba de su casa, de
su móvil, de la oficina o de las cabinas telefónicas». La mujer se
siente muy afectada. Ha intentado suicidarse dos veces y ahora
recibe ayuda psicológica. Tiene miedo a salir de casa, «porque mi
jefe merodeada a menudo por mi calle y me sigue molestando». Pese a
esta situación, el juzgado no dictó ninguna orden de
alejamiento.
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