Numerosos iraníes lloran a sus muertos. Foto: V.SALEMI/AP

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Más de 20.000 personas murieron y 50.000 resultaron heridas por el terremoto que la pasada madrugada sacudió la ciudad de Bam, en el sureste de Irán, que quedó destruida en un sesenta por ciento, en lo que se ha convertido en el peor desastre natural de este país en la última década.

Según testigos presenciales, grupos de vecinos se congregaron ante sus casas destruidas para organizar la búsqueda de familiares y supervivientes, mientras otros gritaban y lloraban por la pérdida de sus seres queridos.

Según la televisión estatal, el recuento de víctimas mortales podría aumentar en las próximas horas conforme avancen las labores de rescate entre los escombros, bajo los que permanece un número de víctimas que queda por determinar, pero que se teme alto.

El terremoto, de 6'3 grados en la escala de Richter -que mide magnitudes de uno a nueve-, se produjo hacia las 5.30 hora local, y sorprendió dormidos a los casi 100.000 habitantes de la ciudad, muchos de los cuales no llegaron nunca a despertar.

El seísmo provocó el corte inmediato de los servicios de agua y electricidad y la suspensión de la línea telefónica con el resto de Irán, lo que dificultó las primeras operaciones de salvamento, que se desarrollaron en medio de la confusión.

De acuerdo con el gobernador de la provincia de Kerman -en la que se encuentra Bam-, Ali Karimi, los dos hospitales de la ciudad se desplomaron por el movimiento telúrico, que costó la vida a todo el personal médico de ambos centros.