Más de medio centenar de trabajadoras del hospital se
concentraron ayer, coincidiendo con el cambio de turno, para
mostrar su rechazo e indignación por el asesinato de la mujer de 41
años de edad. Muchas compañeras de trabajo de Pilar conocían la
situación complicada que estaba viviendo con el hombre que le
disparó a bocajarro el jueves por la noche en s'Arenal. «Casi cada
día venía al hospital a la hora de la merienda. La estaba siempre
atosigando y no la dejaba merendar con nosotras», recordaba una de
sus compañeras con lágrimas en los ojos. La noticia de la muerte de
Pilar Crevillent Lorente corrió como la pólvora entre las
trabajadoras de la limpieza de Son Dureta. La mayoría podía
detallar el aspecto físico del individuo porque, si bien no todas
lo habían visto merodeando por el hospital para poder encontrarse
con Pilar, si conocían que ella tenía problemas con el presunto
asesino. Raquel, la encargada del turno de tarde, explicó ayer que
el día 24, cuando terminaron el trabajo, ella vió a Domingo Pozo
Martínez merodeando por el aparcamiento de Son Dureta. Ella misma
acompañó a la víctima hasta su vehículo y no permitió que el
detenido se subiera, pese a su insistencia para marcharse con
Pilar.
Su compañera también recordó que el pasado miércoless, último
día del año, salió de Son Dureta sobre las diez de la noche con
Pilar y le preguntó cuál era la situación con su ex novio. «Me dijo
que la situación había mejorado algo. Me contó que le había escrito
un mensaje en su teléfono móvil en el que le decía que ya no le
molestaría más. No puedo creerme que ahora esté muerta».
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