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«Maté a mi tía porque creía que era lo único que podía hacer por ella». Esteban Ferrán Roca, un catalán residente en Menorca, compareció en la Audiencia de Palma ante un jurado popular acusado de asesinar a su tía, Concepción Ferrán, de 97 años, golpeándola en la cabeza con una pesada pieza de artesanía. El fiscal imputa al acusado un delito de asesinato y solicita una condena de 20 años por unos hechos ocurridos en la madrugada del día 25 de mayo de 2002 en Menorca. Desde entonces el acusado está en prisión. En el juicio lo defiende el letrado Bartomeu Vidal, que intenta convencer al jurado que el acusado sufrió un trastorno mental transitorio.

El acusado explicó con toda claridad la situación que atravesaba en el momento que ocurrieron los hechos. Explicó que, tras un intento de suicidio, intentó matarse por segundo vez y que al estar convencido de que nadie de su familia se iba a hacer cargo de su tía, con la que llevaba conviviendo más de 25 años, decidió que ella también debía morir. Esta depresión estaba motivada por la situación de ruina económica a la que había llegado el acusado, que había disfrutado durante toda su vida de una holgada posición. El hombre había heredado más de cien millones de pesetas, que había gastado en «juego, viajes y ayudas a la familia».

El acusado reconoció que golpeó a su tía en la cabeza cuando ella estaba dormida y que después se tomó una serie de pastillas para quitarse la vida, si bien no lo logró. «Quería mucho a la tieta (refiriéndose a la víctima) y sabía que no podía confiar en que alguien de su mi familia se iba a encargar de cuidarla. Mi tía no quería ingresar en una residencia y si yo no estaba habría sufrido mucho».