Eva es una joven mallorquina de 26 años que está ingresada en la cárcel de Palma. El día 16 del pasado mes de enero fue detenida en Son Sant Joan por la policía. En las suelas de sus zapatos los policías encontraron 1.200 gramos de cocaína. La joven llegó a Palma en un vuelo que había salido de Caracas (Venezuela). En los días posteriores a su arresto se detuvo a un tal Freidhy, un nigeriano residente en Palma que se supone fue el que financió la operación de narcotráfico. Esta es, en síntesis, la historia de dos detenciones y una intervención de droga pero, detrás de este telón se escribe otra historia, humana, quizás enternecedora y, sobre todo, triste y desesperante. A mediados de enero Eva se encontraba con su hija de dos años en el Hospital Gregorio Marañón de la capital del Estado. La pequeña sufría una grave dolencia cardíaca y los médicos decidieron que la única solución era una intervención quirúrgica. Mientras estaba a la espera, la joven recibió la oferta de viajar a Caracas y regresar a España con la cocaína. Le ofrecieron tres mil euros y ella, después de pensárselo, aceptó. Necesitaba dinero, carecía de antecedentes penales y le aseguraron que el viaje era «seguro». Pero minutos después de bajarse del avión en Palma comprobó que nada es lo que parece y acabó con sus huesos en la cárcel. Días más tarde los médicos operaron a su hija, que falleció.
El lado humano de una «correo»
Eva, de 26 años, aceptó ir a buscar cocaína a Venezuela para costear la operación de su hija
15/02/04 0:00
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