El 17 de octubre, un hombre se quitó la vida en los calabozos de la Jefatura de Palma.

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La víctima mortal tenía 20 años de edad y fue arrestado durante el fin de semana acusado de una docena de robos en coches estacionados en s'Arenal, según informaron en fuentes judiciales.

A su llegada a la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía los agentes no le detectaron un comportamiento extraño ni tampoco un estado depresivo, que hiciera presagiar sus intenciones. Siguiendo el procedimiento habitual en estos casos, los funcionarios le despojaron de sus efectos personales (reloj, cartera, dinero...) y también le quitaron los cordones de los zapatos y el cinturón, precisamente para evitar intentos de suicidio.

El acusado debía ser puesto a disposición judicial en las próximas horas y ayer al mediodía comió con normalidad, al parecer un bocadillo. Se encontraba solo en una celda y a las 14.45 horas, aproximadamente, un policía que efectuaba una ronda de reconocimiento por los calabozos reparó en él, colgado de los barrotes y aparentemente sin vida. El funcionario dio rápidamente la voz de alarma y el muchacho fue descolgado, aunque no reaccionaba.

Poco después un médico confirmó que había muerto. El juzgado de instrucción número 3, que ayer se encontraba en funciones de guardia, fue informado del óbito y el juez, José Castro, se trasladó hasta la comisaría de s'Arenal para examinar el escenario del suicidio. El detenido había hecho jirones con una manta y con uno de ellos lo anudó a un barrote, se lo colocó luego al cuello, y se asfixió. La policía también ha abierto una investigación para aclarar lo ocurrido.