El funcionario de la Jefatura de Policía de Palma se encontraba
libre de servicio y en la madrugada del sábado salió por algunos
bares del Passeig Marítim acompañado por su novia, un compañero del
Cuerpo y la compañera de éste.
La noche había transcurrido sin sobresaltos hasta que sobre las
5.30 horas el agente y sus acompañantes repararon en un alboroto
que se había formado en la mediana, muy cerca del bar «Made in
Brasil». Al acercarse, descubrieron que se trataba de una paliza a
un muchacho, que había sido rodeado por un grupo numeroso y estaba
recibiendo una auténtica lluvia de golpes, algunos de ellos en la
cabeza. El policía, sin pensárselo dos veces, cruzó la calle e
irrumpió en la mediana, sacando la placa que lo identificaba como
funcionario del CNP. Los agresores, en un primer momento, dejaron a
su víctima, que aprovechó la confusión para escapar, pero luego se
encararon con el agente, que se vio rodeado y hostigado.
Uno de ellos le insultó, otro le zarandeó y de repente todo el
grupo de echó sobre él, con extrema violencia. El policía intentó
defenderse, pero la superioridad numérica era abrumadora y durante
dos minutos interminables recibió patadas y puñetazos en todo el
cuerpo. Sus amigos acudieron entonces en su defensa y el otro
funcionario también fue agredido, aunque sólo sufrió lesiones
leves. Cuando otros curiosos se acercaron al escenario del
linchamiento los ocho sospechosos, preocupados por las
consecuencias de la paliza, emprendieron veloz huida. Cinco de
ellos se subieron a un coche aparcado en las inmediaciones, pero la
compañera del herido consiguió anotar los dígitos de la
matrícula.
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