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A sus 72 años, el mallorquín Pedro Colí no ha tenido unas vacaciones de jubilado. Y su mujer tampoco. La pareja, que reside en Palma, ha regresado de Miami y Orlando, donde vivieron los efectos del huracán «Wilma» y ha contado su experiencia a Ultima Hora.

La mujer del septuagenario palmesano se desplazó hasta Fort Lauderdale, a 70 kilómetros de Miami, en compañía de su hermana. Allí fue precisamente donde pasó el ojo del huracán y las dos mujeres pasaron días de mucho miedo. «El martes nos cerraron el hotel de Miami Beach y tuvimos que buscar otro. Lo más curioso de todo es que en esa parte de EEUU la gente ya está acostumbrada a los desastres naturales y no había psicosis o histeria colectiva. Al contrario, parecían tranquilos, aunque lógicamente tomaban sus medidas de precaución», contó Pedro. En las gasolineras había colas de tres y cuatro horas para repostar «y los supermercados de Orlando estaban cerrados». Por las calles había «árboles caídos y ramas por todos lados» y las autoridades decretaron el toque de queda para que la situación no se les fuera de la mano. Al final, tras muchas tribulaciones, la pareja mallorquina consiguió regresar el viernes a la isla. No eran las vacaciones que habían soñado. Tampoco pudieron hacer mucho turismo. Pero al menos pueden contarlo.

El día 18 debían alojarse en un hotel de Orlando, pero no pudo ser porque el establecimiento cerró sus puertas ante la proximidad del «Wilma».

A partir de entonces todo comenzó a torcerse y el matrimonio vivió días de inquietud. Aunque en México las consecuencia fueron letales, en la parte estadounidense el castigo del huracán no fue tan severo. «Había mucha agua y mucho viento, por las carreteras había caravanas de equipos de emergencia de un lado para otro», contó Pedro.