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EMILIO LÓPEZ VERDÚ Un matrimonio de 22 años de vejaciones, palizas y amenazas. Esa parece ser la pesadilla que vivió una mujer húngara que reside en Mallorca, y que el próximo enero se sentará como víctima de uno de los episodios de maltrato más escalofriantes que se hayan denunciado nunca en la Isla.

Víctima y presunto agresor se casaron en Hungría en 1983 y tuvieron dos hijos. Ya desde el inicio, la mujer afirma que recibía palizas mensuales, que se hicieron casi diarias cuando la pareja se trasladó a Calvià.

En 1987, la mujer quedó embarazada. Según su relato, el marido la amenazó con que si no abortaba le pegaría patadas en la barriga y «se lo sacaría con un cuchillo».

La sucesión de agresiones, amenazas y vejaciones incluye palizas en las que utilizó cuchillos, tenedores, cinturones o fustas de caballo. En una ocasión le rompió varias costillas y en otra la golpeó tan violentamente que destrozó la cama de su habitación.

La mujer afirma que el marido la obligaba a buscar a otras mujeres «para que él se acostase con ellas», y a menudo la obligaba a participar en sus prácticas sexuales.

En otra ocasión, asegura que la metió en un coche, desnuda, y que la quería obligar a prostituirse con otros hombres.
La situación de sufrimiento para la mujer se desbordó el día de la Madre de 2004, cuando el marido la obligó de nuevo a prostituirse y la mujer intentó suicidarse.

Una nueva paliza, esta vez porque «un fontanero había entrado en su casa sin permiso», acabó con la paciencia de la mujer, quien decidió por fin denunciar al marido. Poco después, sin embargo, retiró la denuncia y las agresiones se hicieron aún más frecuentes.

La víctima escapó a Viena, donde vive su madre, y regresó tres semanas después. El hombre la fue a esperar al aeropuerto, la llevó al sótano de su casa y le roció el cuerpo con gasolina, amenazándola con un mechero encendido.

Al día siguiente, la mujer le volvió a denunciar y la Guardia Civil detuvo por fin al hombre.