Las precipitaciones récord caídas desde el jueves en el archipiélago japonés provocaron inundaciones y corrimientos de tierra a su paso, especialmente graves en las prefecturas de Hiroshima y Ehime, donde el fenómeno meteorológico ha arrasado miles de viviendas y dejado varias poblaciones completamente aisladas.
Por el momento hay 141 víctimas mortales, la mayoría de ellos en las prefecturas de Hiroshima (oeste) y Okayama y Ehime (sudoeste), según los últimos datos ofrecidos hoy en rueda de prensa por el ministro portavoz del Ejecutivo, Yoshihide Suga, mientras que los medios nipones cifran el número de desaparecidos entre 59 y 74.
El primer ministro, Shinzo Abe, anunció hoy que visitará la prefectura de Okayama, una de las más afectadas por las precipitaciones, después de que cancelara el lunes su gira a Europa y Oriente Medio, a fin de coordinar personalmente las tareas de asistencia a las víctimas.
«Vamos a evaluar las necesidades de las víctimas y a impulsar una pronta reconstrucción de la zona», dijo Abe hoy tras una reunión de emergencia de su gabinete, en declaraciones recogidas por la agencia japonesa Kyodo.
Unos 73.000 efectivos de las Fuerzas de Autodefensa (Ejército), la policía y los bomberos continúan las tareas de rescate, transcurridas ya más de 72 horas después de que comenzaran las fuertes lluvias, un plazo considerado decisivo para poder encontrar supervivientes.
Más de 23.000 personas siguen este martes evacuadas en refugios temporales, detalló NHK. Las precipitaciones causaron desbordamientos de ríos que inundaron poblaciones enteras, donde el agua alcanzó los tres metros de altura en algunos puntos, y provocaron graves daños en edificios, carreteras, puentes y otras infraestructuras, según puede verse en las impactantes imágenes recogidas por los medios nipones.
Unas 51.000 viviendas se quedaron sin luz en seis prefecturas mientras que más de 260.000 hogares sufrieron cortes de agua en otras 13 durante la tarde del lunes, detalló el Gobierno nipón.
Esta catástrofe se ha convertido ya en una de las peores y más mortíferas en el país asiático desde las lluvias registradas en 1982, que dejaron cerca de 300 muertos.
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