Los agentes se personaron en el lugar tras recibir una llamada en la que se alertaba de lo sucedido. La madre de la víctima ha declarado en el juicio que solicitó la intervención policial después de recibir, en torno a las 2.10 horas de la madrugada, una llamada de su hija en la que le decía: «mamá, sube que me va a matar», mientras le escuchó repetir hasta en dos ocasiones el nombre del acusado y «no me pegues más». Al mismo tiempo, ha señalado que escuchaba al presunto agresor «jadear y respirar fuerte» porque, en su opinión, «le estaba ahorcando en ese momento». Los policías ha relatado en la vista que cuando preguntaron al acusado qué es lo que había sucedido, este les dijo que su pareja «llevaba así», con la cortina al cuello, «entre siete y ocho minutos».
En su declaración el acusado, que se ha declarado alcohólico, ha reconocido que ese día discutieron porque la víctima no quería que «bebiera cerveza». Y ha dicho que cuando observó que ella tenía la cortina alrededor del cuello, fue a por un cuchillo para intentar soltarlo. Sin embargo, según la declaración de los agentes, que llamaron repetidamente al piso en el que veían luz hasta que el acusado finalmente les abrió, la tela de la cortina no presentaba ningún rasguño Al preguntarle dónde estaba la mujer, les indicó que en el dormitorio. Los agentes fueron los que tiraron de la barra de la cortina para liberarla, un elemento que no presentaba apenas resistencia. La víctima, además de estar inconsciente, presentaba hematomas en el antebrazo que el acusado ha negado habérselos hecho él. Además, ha dicho que la dejó llamar a su madre desde el baño porque él no la estaba «maltratando». Según su versión, solo le pidió que dejara a la mujer porque era «muy tarde».
El acusado ha manifestado que llamó al 112, pero los agentes han especificado que trató de llamar cuando ellos ya se encontraban en el domicilio y ya habían solicitado una ambulancia de urgencia para socorrer a la mujer, mientras trataban de reanimarla. También han explicado que el acusado presentaba una actitud hostil y agresiva, por lo que tuvieron que reducirle y cachearle al ver el cuchillo. Además, les aseguraba: «Esta es mi casa, aquí mando yo», mientras permanecía en un dormitorio anexo tratando de aproximarse al que se encontraba la víctima. Días antes de estos hechos, víctima y acusado habían pasado unos días en una vivienda de Dolores. Su madre fue a verla allí en compañía de un familiar y pidieron también que les acompañara la Guardia Civil porque «le tenían miedo». Al personarse los agentes e informar de que tenían que llevarse a la víctima, el hombre reconoció que se cortó el cuello con unas tijeras «porque no quería separarse de ella».
Asimismo, en la vivienda de Alicante, la madre, con uno de sus familiares, había tenido un encuentro con su hija y ha asegurado que la chica se encontraba en mal estado ya que «no dormía, ni comía porque le tenía miedo». En esa conversación, según la madre, le indicó que su pareja «veía pajaritos» y le dijo que quería matarla", algo que le ratificó el acusado en ese momento. El presunto agresor, que ha afirmado padecer una enfermedad mental, y la víctima habían estado ingresados en el hospital psiquiátrico de San Juan. La Fiscalía pide para el procesado 10 años y 9 meses de cárcel por los delitos de homicidio en grado de tentativa y lesiones, al igual que la acusación particular que, además de una orden de alejamiento de 10 años, exige el pago de indemnizaciones económicas más elevadas al necesitar la víctima una atención continuada.
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