Los investigadores también tienen constancia de que el detenido, un marroquí de 25 años, tiene antecedentes por problemas psiquiátricos en su país y también de que había reflejado en redes sociales indicios de su radicalización.
En el auto por el que autorizó el citado registro, al que ha tenido acceso Europa Press, el juez considera que los hechos pueden ser constitutivos de un delito de asesinato y lesiones con instrumento peligroso con fines terroristas, y relaciona la acción con el salafismo yihadista al concluir que con ella pretendía «alterar la paz pública mediante la ejecución de actos de terror, lo que habría podido motivar la actuación criminal».
Además, decreta el secreto de las actuaciones por el plazo de un mes. En su escrito, el magistrado señala que la Policía Nacional le entregó este miércoles un primer oficio en el que hacía un repaso de lo ocurrido desde que el detenido entró en la Iglesia de San Isidro con intenciones que «se desconocen». Una vez allí inició una discusión con los allí presentes, «manifestando a los feligreses de forma vehemente que la única religión que hay que seguir es la religión islámica».
El juez Gadea recoge que, tras abandonar el lugar «profiriendo mensajes en árabe cuyo contenido se desconoce», el hombre regresó sobre las 19.40 horas. En ese momento, los fieles que estaban dentro pudieron escuchar «cómo alguien ubicado en el exterior de la iglesia profiere gritos en árabe». «Una vez finaliza la misa el sacerdote encargado de la misma baja del púlpito para comprobar lo que estaba ocurriendo, instante en el que el investigado portando en su mano un machete de grandes dimensiones y de forma súbita agrede al sacerdote causándole lesiones de gran gravedad.
Igualmente, también intenta atacar a uno de los testigos allí presente», relata el auto. El sacerdote es el salesiano Antonio Rodríguez Lucena, que se encuentra fuera de todo peligro y que este mismo jueves ha dado «gracias a Dios». «Ha pasado ya todo y estoy esperando el alta, para seguir celebrando la fiesta de San Juan Bosco», ha apuntado el religioso. El magistrado también explica que el detenido también intentó atacar a una de las personas que fue testigo de la agresión al propio sacerdote.
El relato policial asumido por el juez señala que el presunto yihadista huyó entonces del lugar y se dirigió a un centro de culto católico llamado Virgen La Palma, ubicado a unos 200 metros del otro templo. Allí se encontró con el sacristán al que posteriormente asesinó cuando este abandonaba el lugar por una puerta trasera.
En ese instante, relata Gadea, el detenido inicia varias acometidas sobre el sacristán, causándole unas primeras lesiones e intentando huir, aunque finalmente es alcanzado en la calle. «Una vez que se encuentra en el centro de esa plaza es alcanzado por el atacante quien una vez que le tiene en el suelo, sujeta la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra «allah» le asesta una última estocada mortal», añade el magistrado.
En este contexto, el juez explica que, una vez finalizado este ataque, el acusado se dirige «de forma muy tranquila» a la ermita Europa «ubicada en esa misma plaza, e intenta acceder al interior». Allí, «sin prestar resistencia», es detenido por agentes de la Policía Local y trasladado a un centro médico para recibir asistencia facultativa, «instante en el que en reiteradas ocasiones profiere gritos de Allahu akbar [Alá es grande]».
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