Agentes de la Policía Nacional lograron distraer al suicida y quitarle el cuchillo de 50 centímetros. | R.S.

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Servir y proteger. Estas son las dos premisas que los policías nacionales llevan grabadas a fuego forgado en su piel. Aunque en ocasiones, las situaciones llegan a un límite que los propios agentes al finalizar la actuación se desmoronan. El pasado viernes por la tarde, la sala de emergencias del 091 recibió una llamada en la que se alertaba que un hombre quería quitarse la vida de forma intencionada con un cuchillo en el domicilio en la zona de San Agustín de Palma.

Una patrulla de Atención al Ciudadano de la Policía Nacional, conocidos popularmente como los ‘zetas', se encontraba en las inmediaciones y acudió rápidamente al lugar, activándose el protocolo antisuicidio establecido en estos caso. También se solicitó la presencia de una ambulancia y la figura del negociador de la Policía Nacional. Los agentes se entrevistaron con el familiar quien indicó que la situación era límite y que nunca lo había visto así. Ante la inminente situación de riesgo los policías accedieron a la vivienda y se encontraron a un hombre sentado con un cuchillo de grandes dimensiones (50 centímetros) entre sus manos el cual colocó en el cuello amenazando a los policías.

Acto seguido, los funcionarios retrocedieron intentando calmarlo, rebajando la tensión para que no se sintiera presionado. Lentamente consiguieron entablar conversación con la víctima y en un momento dado uno de los agentes consiguió distraer su atención ofreciéndole un cigarro y en ese instante, con suma celeridad se abalanzaron sobre él con los escudos, consiguiendo desarmarlo e impedir que cometiera su propósito arrojándose sobre él. Tras quitarle el cuchillo y reducirlo solicitaron la presencia del médico. La ambulancia se personó instantes después y asistieron al hombre que fue trasladado a un centro hospitalario. Misión cumplida.