El autor del disparo, Saúl Antonio Guil, que se enfrenta a una petición fiscal de siete años y cinco meses de cárcel, aseguró en la primera sesión de la vista que murió por el rebote de una bala. «Yo no disparé, fue un rebote, pero no de mi pelotón. Nadie hizo fuego», dijo. La acusación particular, ejercida por los padres de la víctima, reclama 34 años de prisión para el sargento y una indemnización de 3,3 millones de euros.
El procesado consideró «totalmente erróneos» los informes de la Guardia Civil que indican que el proyectil que alcanzó a la víctima fue disparado con su fusil. Las pruebas periciales indican que la bala hallada en el cuerpo del legionario era de su fusil. El acusado repitió en varias ocasiones que ni él ni ningún otro compañero de su pelotón fueron los autores del disparo y dejó entrever que el proyectil provenía del campo adyacente, donde otras unidades realizaban la misma práctica. Saúl Antonio Guil relató que se dio cuenta del suceso cuando oyó al legionario gritar: «Me han dado».
La portavoz del Ministerio Público elogió la «absoluta imparcialidad, profesionalidad y fiabilidad» de los expertos de la Benemérita, que expresaron su «certeza absoluta» de cuál era el arma homicida. La fiscal también lamentó que el teniente Pablo F. S. «no hizo nada» para impedir la prolongación del ejercicio. «Tenía una posición privilegiada, vio al sargento disparar y no hizo nada pese al riesgo en el que se estaba poniendo a sus hombres», manifestó tal y como informa el Diario de Sevilla.
El sargento reconoció que insultó y faltó al respeto al único miembro de su pelotón que ofreció una versión distinta a los investigadores de la Guardia Civil. «Era el más nefasto militar que he conocido, era un militar de mentira», afirmó según recoge el periódico sevillano. «Queremos que pierdan el uniforme, desde el primero al último», declararon antes de entrar en el Tribunal Militar Territorial Segundo los padres del legionario fallecido.
El capitán Antonio Cabello Rodríguez insistió durante su declaración que Alejandro Jiménez murió por el rebote de una bala. Cabello, que se enfrenta a una petición fiscal de tres años y medio de cárcel, apuntó que a lo largo de su trayectoria ha visto multitud heridas de bala y que la que recibió el legionario no era un tiro directo. El abogado de la familia de la víctima ha sostenido en su informe final que los procesados «son unos mentirosos».
Un total de ocho personas han sido juzgadas a lo largo de estas trece sesiones por la muerte de Alejandro Jiménez. «No quiero que vuelvan a ser militares y que se jubilen con una pensión pagada por todos los españoles», comentó Juan José Jiménez, el padre del joven fallecido, el primer día del juicio. La Fiscalía acusa a dos tenientes, un capitán y un sargento. «Fui a que alguien me contara la verdad y nadie me la contó. Para defenderse, el sargento, que es el único que sabe la verdad, mantiene la mentira», ha declarado Juan José Jiménez a este periódico.
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La verdad posiblemente nunca se sabrá, pero no por ello se debe juzgar (los de siempre) generalizando, a uno de los mejores cuerpos del ET.