Adrià G., este jueves, en el salón de su casa de Santa Ponsa. | G. E.

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Adrià G. estaba cenando con su mujer y sus suegros, que son ucranianos, el viernes pasado en la terraza del restaurante Rhein de Santa Ponsa. Un hombre y una mujer de nacionalidad rumana irrumpieron en el establecimiento con unas carpetas. «Yo inmediatamente identifiqué a qué se dedicaban, son estafadores que se hacen pasar por personas con discapacidad», recordaba ayer Adrià en el salón de su casa de Santa Ponsa.

«Intentan rapiñar algún tipo de donativo o llevarse objetos que haya sobre la mesa». El hombre, de 34 años, les pidió que les dejaran tranquilos y aún así insistieron. «Mi mujer le dijo que si no se largaban iba a llamar a la policía y la chica dejó de ser sorda para empezar a increparle», añade.

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La chica empezó a insultar a Adrià y este lanzó su carpeta al exterior del local. Los camareros expulsaron a la pareja, pero la mujer regresó y escupió a Adrià mientras cenaba. El perjudicado se dirigió al hombre de origen rumano para reprocharle la actitud de su compañera y de repente empezaron a forcejear.

«Tuve suerte de que el chico fallara el golpe porque me intentó pinchar con un boli en el ojo», explica la víctima, que sufrió un corte profundo en el párpado. Entre la mujer y el hombre le tiraron al suelo y se dislocó el codo.

Adrià se levantó y retuvo a la chica, pero nunca se imaginó que hubiera más compinches por la zona en un coche. «Entre dos me apalearon y tuve que soltar a la chica». El perjudicado los recuerda como «dos gorilas» que su mujer intentó detener cuando se introdujeron en el vehículo con el que huyeron. El herido, que se recupera de las lesiones, agradece a la Guardia Civil de Calvià su trabajo, ya que logró detener a los agresores en una localidad de Málaga.