Rotana sigue siendo un referente para los amantes de la cocina libanesa.

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Recuerdo bien el alargado local vecino a s'Escorxador donde el más reconocido de los restaurantes libaneses de Mallorca recibía a una clientela heterogénea en busca de esa cocina especiada y sabrosa, y en particular de sus mezzes, los entrantes a base de legumbres, verduras y salsas frescas, tan características. Algunas noches, deleitaban con alguna bailarina experta en danza del vientre. De eso hace ya dos décadas largas. Tras seis años en esa zona, Rotana se trasladó a la calle Sant Magí, y ocho años después, se asentaron en la calle Annibal, en el actual local, más grande, bien emplazado y más elegante.

Tras todo ese periplo, Rotana sigue siendo un referente para los amantes de la cocina libanesa y mantiene alto su nivel, tanto en calidad como en trato al cliente, uno de sus elementos diferenciales. Eso sí, con unos precios más elevados, condicionados por la zona. Lo que no ha variado es la dedicación de su propietario, Mamdoh Aiyad, que sigue a pie de obra atendiendo a sus clientes, saludando a los habituales y dando sus razonadas explicaciones a los que llegan por primera vez.
Rotana representa una buena síntesis de la fusión de las cocinas de Oriente y Occidente, de texturas y sabores que se hacen patentes en entremeses, ensaladas, platos de cordero, brochetas a la parrilla, o en los de pescado. Algunos son contundentes, más propios para almuerzo que para la cena, pero resulta recomendable compartir las comandas para disfrutar más ampliamente de su oferta.

Los entrantes, fríos y calientes, son una buena representación de esta cocina mediterránea y oriental: hummus; muhamarah (pimientos asados picados con nueces, esencia de granada y aceite de oliva); fatayer (empanada libanesa de espinacas sazonadas con limón y aceite); moutabal (crema de berenjena ahumada); falafel (croquetas de garbanzos, habas, cebolla, ajo, perejil y cilantro); o warak inab (rollitos de hojas de parra rellenos de arroz, tomate y perejil, cocidos con limón y aceite de oliva). Las ensaladas son también, por su frescura y originalidad, una óptima opción: al rahib (de berenjenas ahumadas, pimiento verde, tomate, cebolla y granada); la fattoush (lechuga, pepino, tomate, menta, cebolla y rábano, sazonados con limón, aceite de oliva y salsa de granada); o la mashwe, de verduras asadas.
En las carnes, además de las brochetas (kaftas), destaca el sabroso cordero oriental a baja temperatura, muy especiado y acompañado de un arroz con canela y frutos secos (21€), excelente. Entre los pescados, que varían según el mercado, preparan un original samaka harrak relleno de cebolla roja, nueces, cilantro y salsa de tomate (21€).
Una fórmula recomendable, sobre todo para quienes no estén demasiado familiarizados con esta comida, es recurrir a algunos de sus menús degustación. Todos ofrecen seis entrantes, tres fríos y tres calientes, y un plato principal. El denominado Gourmet, con cordero oriental elaborado a baja temperatura con muchas especias (36€); el Rotana, una parrillada mixta de cordero, pollo y kafta servido con arroz (32€); y, según temporada, el Piñata, piña rellena de marisco y arroz (45€).
Obligatorio dejar hueco para sus postres, definitorios de esta cocina rica y elaborada, con tantas similitudes con la nuestra. Disfrutamos con un pudding de leche y agua de rosas sobre pan con pistacho (layali Beyruth). Muy original (8€).
Disponen de numerosos platos para vegetarianos y cada día de la semana proponen una sugestiva especialidad de la comida del país.
Gran selección de los reputados vinos libaneses, para los que es recomendable asesoramiento, y buena representación de vinos españoles y mallorquines, a precios razonables.