Sencillos en apariencia, en su interior guardan muchos secretos. El Merendero Minyones y Sa Panineria, de Palma, compiten con otros 127 establecimientos de todo el país en el I Campeonato de Bocatas de España, un certamen que busca «poner el bocadillo de moda y crear un mapa con los mejores de España», explica Jana Suárez, de Fenicia Marketing Gourmet, organizadores del concurso, patrocinado por Glovo. Sus propuestas podrán degustarse hasta el 26 de mayo. Y serán los propios clientes quienes se encargarán de puntuar las creaciones. Su opinión será el cincuenta por ciento de la nota final; la otra mitad será decisión de los ‘inspectores', que visitarán los locales. La final se celebrará el próximo 4 de junio, en Oviedo, declarada Capital Española de la Gastronomía 2024.
Con solo seis años, el joven genovés Michael Cepollina acompañó a su madre, Patrizia, a la Iglesia y, en un sorteo entre los niños de su comunidad, le tocó un libro de recetas. «Con seis años le preparaba la comida a toda mi familia. ¿Qué niño gana un recetario? Me volví loquísimo», afirma Michael quien, hace un año y medio, abrió junto a su socia Emma González, Sa Panineria, un pequeño local en el Carrer Joan de Cremona, «en Palma faltaba la auténtica focaccia genovesa». De este manera, el italiano propone su Focaccia Patrizia, en honor a su mamma, un panino en el que une la gastronomía italiana y española, compuesto por cebolla morada al horno, scamorza ahumada, aguja de cerdo a las finas hierbas, cocinada durante 22 horas a baja temperatura, espinacas baby -«que dan un toque fresquito»-, y mayonesa casera al Pedro Ximénez. «Será el ganador, te lo puedo prometer», afirma con contagiosa confianza el cocinero quien, cada día, arranca su jornada a las ocho y media de la mañana para trabajar la masa de sus focaccia.
Y en el tradicional Merendero Minyones, bocatería desde 1948 y ubicada en el Carrer de les Minyones de Palma, proponen un bocadillo muy especial, en el que concentran el carácter multicultural de la Isla. Se trata de un Llonguet de codillo de cerdo, compuesto por codillo de cerdo asado a baja temperatura -siguiendo el estilo germano-, queso mahonés, lechuga, tomate de ramillete y salsa chimichurri, todo envuelto por el típico panecillo de Ciutat. «¿Qué hay en Mallorca? Mallorquines, alemanes y sudamericanos. En este bocadillo hemos querido unirlo todo, como si fuese una representación de la fusión cultural y culinaria que tenemos en la Isla. Y la base es el llonguet, el panecillo de Palma», afirma Juan Pablo Quikuen, marplatense afincado en la Isla desde hace más de dos décadas y que, en 2020, se convirtió en el propietario de la emblemática bocatería, que tendrá un ‘hermano pequeño' en poco tiempo. «En unos dos meses abrimos un nuevo Minyones en La Vileta, un poquito más grande, con mesas y sillas», concluye.
1 comentario
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Recuerdo ir a merendar, de eso hace ya 46 o 47 años, y ver al matrimonio que habia y que discutian siempre, el hacia la cuenta con un lapiz encima de la pequeñisima barra de marmol blanco. El abria los panecillos y ella los rellenaba sin guantes por supuesto. En fin. Ahora dicen los hacen de codillo y chimichurri. Batuadell de bambols