Caballero mallorquín del s. XVII (ARM).

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El Conde Mal, a diferencia de lo que sucede con el conde Arnau, figura legendaria de los Pirineos catalanes, era un personaje muy histórico, mallorquín del siglo XVII: el segundo conde de Santa María de Formiguera, Ramón Zaforteza Pacs-Fuster de Vilallonga y Net; había nacido en Palma en 1627 y murió en la misma Ciudad en 1694. El poeta Guillem Colom i Ferrà es autor de una obra literaria muy exitosa sobre este personaje, titulada El Comte Mal. Poema en doce cantos.

Decía Lluís Ripoll en la revista Destino de julio de 1961 que el libro de Colom es un libro que deberían haber leído todos los mallorquines, porque es un canto a los elementos más bellos y más íntimos de nuestra tierra; de todo lo que, un poco cada día, se va o que, irremisiblemente, ya hemos perdido. Continúa, Luis Ripoll: «El turismo ha llegado a todas partes... los Hombres que hicieron posible con su actuación que esa oleada turística fuese realidad, los que llevaron a los primeros visitantes a los miradores para hacerles participar en las maravillosas puestas de sol, por ejemplo, desde la costa norte. Estos mallorquines creían de buena fe que los visitantes necesitaban de la belleza de la isla, de sus costumbres, de sus monumentos, de su calma, de su arbolado. Hoy está visto que nada de eso hace falta para que los visitantes sigan abordando la isla». Precisamente, el año anterior, en 1960 Guillem Colom i Ferrà (Sóller, 1891-Palma, 1979), cumplió setenta años y, por este motivo, sus familiares y amigos pensaron que merecía un buen -aunque quizá sencillo- homenaje poético.

Ahora, sesenta y tres años más tarde, consideramos que podemos recuperar uno de los poemas con los que obsequiaron al poeta solleric. El autor fue Miquel Forteza i Piña, poeta e ingeniero de caminos; le dedicó unos versos que evocan aquella Mallorca del inicio del turismo, en forma de bella parodia -o adaptación- de la primigenia canción del Conde Arnau, que ya, a su vez, había sido rehecha a medida para el Conde Mal. El poeta-ingeniero aprovechó la canción del Comte Mal para hacer una caricatura de la Mallorca turística de aquellos años, a la vez que da una idea muy caudal de dónde había llegado la industria de los visitantes hace ya seis décadas. Según el romance antiguo, el espectro del conde aparecía cada noche en su mujer, y con ella establecía un diálogo; el trastornado romance aprovecha este diálogo, pero con ciertas y curiosas novedades. Por otra parte, esbozadas en plan de broma, determinadas cuestiones sobre la identidad de Mallorca ante el turismo, la despersonalización de la Mallorca genuina y los límites ante el boom y la masificación, tan vivos en 2023, parecen latentes en el lejano año 1961:

(-¿Sola pasáis la vigilia, mujer leal, / sola asáis la vigilia , viudeta igual?

-No la hago sola, mi Conde Mal; / un hotel tengo en la playa del Arenal.

-¿A qué se dedican tus hijas; mujer leal, /¿ A qué se dedican tus hijas, viudita igual?

-La mayor es telefonista, mi Conde Mal, / la pequeña es bailarina y canta en el bar.

-¿Dónde estan tus criados, esposa leal, / ¿Dónde están tus criados, viudita igual?

-Unos son camareros del hotel, mi Comte Mal, / otros juegan en el estadio Lluís Sitjar.

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-¿Qué se ha hecho de nuestra casa, esposa leal, / ¿qué se ha hecho de nuestra casa, viudita igual?

- Podéis ir en cualquier momento, mi Conde Mal, / la muestran por diez pesetas, cuando no hay baile.

-Que es ese molino que queda, mujer leal, / completamente encendido como si fuera una rueda infernal?

-Es un cabaret donde cantan, mi Conde Mal, / ¡todas las noches y bailan el cha, cha, cha!

-¿Por qué tanta gente desnuda, viudita igual, / que transita noche y día, por la ciudad?

-Son los turistas que nos dan el pan todo el año, /que se pasean como si fueran a tomar los baños.

-Yo me marcho, sólo quería, esta Navidad, /felicitar a mi poeta por sus setenta años!

-Con su caballo y lanza puede quedar, / que le contrataría para la corrida de toros En Balanyà.

-¿Quiere, como despedida, esposa leal, / ¿Quiere, como despedida, servirme cena?

-Ya os tengo preparado un whisky, mi Conde Mal, /Os tengo preparado un whisky ¡Vaya por Dios!)