En este sentido, señala que «en la pandemia ya se hizo patente la necesidad de estas personas de encontrar apoyos externos que les ayudaran a descansar, a tener un tiempo para ellas…en definitiva para poder cargar las pilas y no caer en el llamado 'desgaste del cuidador', síndrome que se refiere a aquellas personas que sufren un desgaste físico, psicológico y de su salud derivado del cuidado continuo del enfermo».
«Ahora, casi un año y medio después, las personas que cuidan se han visto aumentadas por las circunstancias derivadas de la pandemia lo que nos lleva a analizar la importancia de cuidarlas también a ellas y, así poner de relieve la gran labor que hacen, en muchas ocasiones sin el debido reconocimiento», señala.
En su opinión, «cuidar a otra persona nos puede poner a prueba desde el minuto uno y, aunque en la mayoría de los casos se hace desde lo más profundo del corazón, puede ser natural que en determinados momentos el cuidador se sienta emocionalmente desgastado, llegando hasta el punto de sentir frustración, impotencia o desasosiego. Lejos de cuestionarlas como emociones negativas, éstas nos ponen sobre aviso de que algo está pasando en nuestro interior, de que algo nuestro hemos dejado de cuidar que requiere una atención necesaria…».
Almarcha señala que uno de los síntomas que pueden sentir los cuidadores es el cansancio. «Si se repite a lo largo de los días durante una temporada, es importante que empieces a tenerlo en cuenta y no lo normalices».
También señala que «preocuparse por la persona a la que estás dedicando tu tiempo y tus cuidados es normal, ahora bien, si te sientes abrumado o la preocupación es constante puede ser un signo de desgaste».
«De la mano del exceso de preocupación va casi intrínseco la dificultad para dormir el mínimo de horas que nos asegure un sueño reparador y un descanso necesario. Mantente alerta si ves que dejas de descansar lo necesario para afrontar el día siguiente con la suficiente energía».
La coach advierte que «a veces puede ocurrir que nos olvidemos de nuestras necesidades básicas como es comer o por el contrario buscar en la comida el vehículo para canalizar nuestras emociones buscando en ella ese bienestar del que no disfrutamos en nuestro día a día. Si estás notando últimamente ciertos cambios en tu conducta alimentaria que ha traducido en una subida o bajada de peso, es momento de parar y preguntarte qué estás necesitando».
Otro de los síntomas que pueden sufrir los cuidadores es «el desinterés por aquellas actividades que antes te gustaban hacer y que ahora has dejado de dedicarle tiempo. Mantener esto en el tiempo te puede llevar a aumentar este desgaste, por ello es importante que retomes poco a poco esa actividad que te ayudaba a despejarte y a cuidarte y, sobre todo para evitar que te aísles».
También señala que «muchas veces el cuidador puede sentir resentimiento hacia los que les rodean por la sensación de no verse reconocido. De la mano van también síntomas físicos como dolores osteomusculares o lesiones, derivados de la exigencia de tener que movilizar a la persona que se cuida».
Almarcha sostiene que «si puedes reconocer en ti alguno de estos síntomas es el momento de poder remedio y de intentar dar voz a tu situación para así poder cuidarte y seguir dando lo mejor de ti».
Consejos fáciles para los cuidadores
-Cuídate a ti primero. «Cubre tus necesidades básicas de alimentación, descanso y actividad física de la mejor manera posible. El ejercicio físico, ya sea pasear, nadar, correr…te ayudará a desprenderte del estrés acumulado que genera la situación que vives».
-Fomenta la autonomía, en la manera de lo posible, de la persona que cuidas. «Muchas veces se asumen demasiadas responsabilidades con lo que la persona dependiente deja de hacer cosas que podría hacerlas por sí misma».
-Interésate por la enfermedad y por la evolución de la misma te ayudará a anticipar las cosas, siendo realista con la situación.
-Reconoce tus propias emociones y aprende a gestionarlas, así evitarás que te sobrepasen y te sientas desbordada.
-Recupera tu identidad. «Más allá del rol de cuidador, eres una persona con necesidades, sueños y muchas cosas más….»
-Relajarse en posiblemente una de las mejores opciones que tienes a tu alcance para conseguir calma y bienestar, incorpórala en la medida de lo posible.
-Asiste a grupos de apoyo para personas cuidadoras como tu dónde puedas expresar cómo te sientes sin que te sientas juzgada.
-Y, lo más importante, pide ayuda cuando la necesites.
La coach personal y de salud concluye que «contribuir al bienestar de la otra persona cuidándola es posiblemente la acción que más nos puede aportar bienestar. Aún así es importante darnos permiso y mirarnos como esa persona que también necesita ayuda y comprensión, lejos de parecer que no tenemos derecho a ello. Si, por el contrario, tienes en tu círculo más cercano a un cuidador, quizá sea momento de prestarle una pequeña ayuda ya sea compartiendo un café, llevándole algún tupper con comida o con la mejor de las ayudas la comprensión, el cuidado y el reconocimiento».
1 comentario
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Me identifico totalmente con todos los síntomas que han comentado. Yo me sentí así durante el tiempo que estuve cuidando a una persona con alzheimer. Durante