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En pleno siglo XXI me parece indignante que haya una empresa que se pueda saltar a la torera las leyes y pisotear los derechos de los pasajeros. Eso es lo que hace de forma reiterada Ryanair. Algunas personas argumentan que los viajeros que deciden viajar con la citada aerolínea ya saben a lo que se exponen. Sin embargo, hay muchas ocasiones en las que prácticamente no queda más remedio que hacerlo, ya sea por una cuestión económica o de conectividad. El pasado domingo, un vuelo de Ryanair con salida de Sevilla y destino a Palma se retrasó durante más de 14 horas. Los pasajeros tenían que haber llegado a Mallorca a las 11 horas del 11 de agosto y lo hicieron pasadas las 2:00 horas del 12 de agosto; para colmo, tuvieron que estar esperan cerca de 20 minutos dentro del avión porque no estaban preparados los autobuses que tenían que trasladar a la terminal.

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Las 16 horas que los pasajeros estuvieron tirados en el aeropuerto de Sevilla, teniendo en cuenta el tiempo que hay que estar antes, fueron inhumanas. El avión había comenzado a rodar por la pista de despegue, pero tuvo que regresar porque había un olor muy intenso. Los ingenieros determinaron que no estaba apto para volar y los viajeros tuvieron que desembarcar. La falta de información y el abandono fueron constantes hasta que pudieron despegar pasadas las 00:00 del día siguiente.

¿Cómo es posible que un vuelo pueda retrasarse más de 12 horas? Las empresas tienen que estar preparadas ante posibles incidencias, como averías. Ellas también tienen obligaciones, al igual de los pasajeros, a los que no les está permitido retrasarse ni un minuto. De hecho, el 11 de septiembre Ryanair cerró la puerta de embarque de un vuelo en el aeropuerto de Sevilla justo cuando llegaban dos pasajeros, a los que por 30 segundos de retraso no les permitió volar.