Juan José Jiménez, durante la entrevista en Última Hora. | Alejandro Sepúlveda

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Juan José Jiménez asistió a 12 de las 13 sesiones del juicio por la muerte de su hijo, el legionario mallorquín Alejandro Jiménez Cruz, entre febrero y marzo en el Tribunal Militar Territorial de Sevilla. Solo faltó a una por motivos de trabajo. El padre del joven, que tenía 21 años, asegura que seguir el juicio ha sido duro.

«Porque vuelves a revivir momentos trágicos, momentos duros. Respirar el aire que respira el que asesinó a tu hijo es duro. Escucharle volver a mentir y decir que no ha disparado a mi hijo es como si me dijera que la tierra es plana y no es redonda», comenta el hombre, que es piloto de helicópteros de Salvamento Marítimo y pasa unos días en Mallorca.

Juan José cuenta que para él era necesario asistir al juicio por la muerte de su hijo el 25 de marzo de 2019 en el campo de maniobras de Agost (Alicante).
–¿Por qué?
Tenía un atisbo de esperanza de que a alguien con el uniforme de la Legión le diera un ataque de humildad, de decir la verdad y... qué va. Recibí otra sesión de mentiras.

El padre de Alejandro Jiménez vio en el banquillo de los acusados a dos capitanes, un teniente, un sargento, un cabo y tres soldados que respondieron por la muerte de su hijo. «El sargento Saúl Guil es el que le pegó el tiro y espero que pague por lo que hizo. De accidente no tiene nada porque si es un accidente no necesitaba mentir. Me he comido siete u ocho versiones distintas de cada uno». Juan José Jiménez considera que lo que ha hecho el sargento «es merecedor de no volver a vestir un uniforme del Ejército español».

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Saúl Guil explicó en el juicio que él no disparó a Alejandro Jiménez y que la bala que impactó en la víctima fue «un rebote». Los expertos en balística de la Guardia Civil aseguraron, sin embargo, que la bala salió de su fusil. Los peritos manifestaron durante tres horas de declaración su «certeza absoluta» de que el sargento era el autor del disparo. «Le sacaron los colores durante el juicio porque contaron desde dónde le pegó el tiro, en qué momento y al 150 % que el proyectil salió de su arma. El principal testigo de todo esto es el proyectil que está alojado en el cuerpo de mi hijo, ese no miente».

Un amigo de Alejandro, Francisco Jordi, vio caer fulminado al legionario mallorquín. «Jordi y mi hijo entraron juntos en Cáceres en la primera formación militar y por proximidad de apellido les tocó estar juntos desde el principio. La Legión es infantería ligera, tropa de choque, y tiene una disciplina muy marcada. Y si el capitán ha dicho que lo que se le vende a la Guardia Civil es esto, pues lo que diga el capitán va a misa». El amigo de Alejandro no ofreció la misma versión que sus compañeros. «Francisco tiene un alma distinta y no quiso comprar la mentira al capitán porque quiso tener la conciencia tranquila. Porque tiene conciencia», cuenta el padre de la víctima.

«El que no tiene alma ni consciencia es el sargento porque cuando abre fuego en abanico hacia la posición de mi hijo tiene claro hacia dónde está disparando». Saúl Guil, cuenta Juan José, dijo desde un primer momento que él no había disparado y dio mal a la Guardia Civil su número de fusil. «Cuando dices a los investigadores que no has hecho uso de tu arma de fuego ya estás ocultando que le has dado un tiro a Alejandro».

Juan José Jiménez siente cierta decepción del juicio porque volvió a escuchar mentiras sobre la muerte de su hijo. «Hay días que pienso que la sentencia va a ser justa por cómo se han comportado y otros que... no lo sé, depende de mi estado de ánimo».