En el ámbito de la estética natural, el barro o la arcilla es un producto muy habitual en la cosmética, los hay de diferentes tipos cuyas propiedades son adecuadas para cada tipo de piel. En nuestro centro de estética podremos solicitar un tratamiento de este tipo; allí nos aconsejarán aquel que mejor nos siente en función de nuestro tipo de piel, sin embargo también podemos prepararlo en nuestra casa y ponérnoslo uno mismo.
Propiedades del barro
La composición del barro es tierra y agua, y el color dependerá de la zona de donde proceda pudiendo variar entre el rojo, el amarillo, el blanco, el gris y el verde. Posee unas propiedades de belleza excelentes, y los beneficios de éste para la salud en general son numerosos. Tiene poderes antibacterianos, refrescantes, antiinflamatorios, descongestionantes, cicatrizantes y calmantes; es un brillante regenerador celular, ya que ayuda a la sangre a circular con más fuerza y descongestiona nuestro cuerpo de toxinas inyectando a nuestras células energía eléctrica, magnética y solar.
Entre los principales elementos que se pueden encontrar en la arcilla están el calcio (importante para los huesos y eficaz para la anemia), el sílice (fortalece la elasticidad en nuestro cuerpo, beneficiando las fibras elásticas de la piel) y el magnesio (es un tónico general, vitalizador celular y regenerador, por lo que podría decirse que ayuda a ralentizar el envejecimiento).
Beneficios estéticos
La arcilla se usa también en la medicina estética por la gran cantidad de minerales que contiene, cuyos elementos, junto con el agua, son esenciales para el cuidado de la piel. El efecto exfoliante de la mascarilla de arcilla nos ayudará a lucir una piel más tersa, limpia, suave y estirada. Además, mezclada con otros ingredientes, como hierbas o aceites, ayuda a eliminar toxinas gracias a su poder de absorción, por lo que resulta un remedio para reducir la celulitis, la obesidad y la flacidez.
Preparar la mascarilla
Si no tenemos mucho tiempo o nuestros horarios son complicados para acudir a nuestro centro de estética, podemos preparar la mascarilla nosotros mismos y ponérnosla en nuestra casa. Se puede comprar en tiendas especializadas en cosmética natural y en herboristerías; la podemos encontrar en polvo o ya preparada para aplicarla. Es importante que cuando la preparemos nunca entre en contacto con utensilios de metal o sintéticos, ya que hacen disminuir su eficacia; lo aconsejable es emplear recipientes de madera, cristal, porcelana o barro.
Encontraremos arcillas para cada tipo de piel y podemos enriquecerlas incorporando otros ingredientes. Para una piel con tendencia a seca se puede añadir a la mezcla de arcilla aceite de almendras dulces, de germen de trigo o unas gotas de macerado de caléndula; si la piel tiende a grasa podemos añadir algas marinas que también encontraremos en los herbolarios; para una piel mixta, una combinación perfecta sería añadir a la arcilla un poco de alga espirulina en polvo, una chucharadita de aceite de almendras dulces y una cucharada sopera de levadura de cerveza.
En todos los casos es importante remover bien hasta obtener una mezcla homogénea que se pueda aplicar sobre la piel. Lo podemos hacer directamente con los dedos o bien con una brocha, evitando siempre el contacto con el contorno de los ojos y de los labios ya que son zonas muy sensibles. Debemos dejarla hasta que esté bien seca (momento en el que ya habrá absorbido todas las impurezas) y retirarla con abundante agua y la ayuda de una esponja.
Finalmente, si se usan mascarillas corporales elaboradas con barro es preferible hacerse envolturas con plástico, ya que el calor de la piel ayudará a eliminar más toxinas.