Juan Carlos Lorenzo a hombros, tras el ascenso a Primera. | ultimahora.es

Autores: Albert Orfila, Carlos Montes de Oca, Fernando Fernández, Miquel Alzamora, Carlos Róman, Tolo Jaume, Juan Pedro Martínez y Miguel Vidal.

Jaume Rosselló se hizo cargo del Mallorca a principios del mes de julio de 1956. Aquella temporada 1956-57, con Andreu Quetglas en el banquillo, el Mallorca acabó campeón de Tercera División, pero en la eliminatoria de ascenso a Segunda no pudo con el Alcoyano.

La temporada siguiente, la 1957-58, el titular del banquillo era el catalán Miquel Gual, pero ocurriría lo mismo: el Mallorca quedó campeón de Tercera, pero nuevamente no pudo superar la eliminatoria de ascenso que le enfrentó al Elche. Como si de saldos de fin de temporada se tratara, Rosselló liquidó a toda la plantilla. A excepción del defensa Magín, de Manacor, y del centrocampista Joan Forteza, de Pollença.

El nuevo proyecto 1958-59 quedaba en manos del argentino Juan Carlos Lorenzo. Comenzaba el viaje a la gloria para los bermellones, quienes, con un equipo totalmente renovado, no se pararon hasta alcanzar la Primera División.

Paso avasallador

La primera etapa fue alcanzar la Segunda División de modo brillante. Quedaron campeones de Tercera División de manera avasalladora, marcando 103 goles y encajando sólo ocho, perdiendo sólo un encuentro, y luego para el ascenso eliminó primero al Sans (0-0 en Barcelona y 3-0 en el Lluís Sitjar) y después al Nàstic de Tarragona, con empate a cero en terreno catalán y contundente goleada (6-0) en Palma. Este día el Mallorca alineó a Costa; Arqué, Diego, Cobo; Currucale, Forteza; Czoka, Martínez, Juan Carlos Lorenzo (que fue expulsado en el minuto cuarenta y cuatro), Peña y Villamide.

El Mallorca 1958-59 cumplió las expectativas y logró de manera brillante el objetivo perseguido: el ascenso a Segunda División. Jaume Rosselló Pascual comenzaba a respirar a pleno pulmón, aunque aún las emociones fuertes estaban por llegar.

La Segunda División nacional constaba de 32, distribuidos en dos grupos por proximidad geográfica. Ascendía directamente el campeón de cada grupo y promocionaba el segundo clasificado. El Mallorca estaba en el Grupo Segundo donde Córdoba, Jaén y Murcia mantenían sus mismas aspiraciones.

El día decisivo

En esta decisiva última jornada, el 17 de abril de 1960, el Córdoba perdió en el campo del San Fernando, y sus jugadores titulares, entre los que estaban los palmesanos Llorenç Homar y Francisco Vila, sufrieron repetidos intentos de agresión de su propia hinchada.

El Real Mallorca, sin embargo, no desaprovechó la oportunidad de hacer historia y se impuso a domicilio al Levante por 1-2. Los bermellones se pusieron pronto por delante en el marcador, ya que el 0-1 lo logró Julià Mir a los diez minutos de juego y siete minutos más tarde Rodríguez II ampliaba la ventaja, mientras que el Levante no recortaba distancias hasta bien entrado el segundo tiempo por mediación de Joseíto.

Joan Forteza, titular indiscutible toda la temporada, se perdería este partido por lesión, pero estuvo junto con sus compañeros, que a la mañana siguiente eran paseados a hombros de una enfervorizada afición por toda Palma.