En agosto de 1978, a una semana del comienzo de la Liga, el Mallorca estaba prácticamente desaparecido por deudas. Un paseo de Pablo Porta en el llaüt de Miquel Contestí arregló el problema: la Federación Española de Fútbol avaló al Mallorca. Comenzaba, en Tercera División y pescando los jugadores a lazo en esa época de Contestí. No se podía fichar profesionales, pero algo era algo. Había cogido el timón el que puede ser considerado parte de la mejor trilogía de presidentes que ha tenido el Mallorca a lo largo de su historia: Lluís Sitjar, Jaume Rosselló y Miquel Contestí.
El Mallorca 1980-1981 estaba en Segunda División B, pero abierto a mayores expectativas. Las peñas mallorquinistas volvían a estar en ebullición, pero el grueso del mallorquinismo necesitaba un pequeño empujón para volcarse con el equipo. Lo necesitaba el equipo para crecer y lo necesitaba el club para consolidarse por que la Federación Española seguía sin permitir el fichaje de profesionales y el Mallorca tenía que recurrir al subterfugio de las cesiones.
Este empujón llegaría a mediados de agosto de 1980 con la disputa del Trofeo Ciudad de Zamora. Antonio Oviedo había querido llevar al equipo a sus paisajes familiares a orillas del Duero, a pesar de que en el aspecto deportivo aquello entrañaba un riesgo cierto de naufragio. Todo saldría sin embargo a pedir de boca: el Mallorca, construido a imagen y semejanza de su ambicioso entrenador, eliminó al Zamora y en la final se impuso a la mismísima selección de Bulgaria.
Nuevos socios
Aquello fue un bombazo, cuyas consecuencias fueron un alud de casi ocho mil nuevos socios y el permiso federativo de poder fichar profesionales, tras haber firmado un compromiso con la RFEF. Para amortizar la deuda de trece millones de pesetas con el ente federativo. El delantero argentino Roberto Pedro Orellana fue el primer futbolista profesional fichado por Miquel Contestí Cardell. Procedía del Elche.
La temporada 1981-82 estuvo marcada por el cese sorprendente, y totalmente injusto desde el punto de vista deportivo, de Antonio Oviedo. Durante la 1981-82, además del caso Oviedo, se recordará también por la llegada al Lluís Sitjar del primer futbolista extranjero de la era Contestí, un fornido ariete yugoslavo que respondía al nombre de Miograd Kustudic, al que le seguiría su compatriota Peles. Ninguno de los dos daría el resultado apetecido.
La campaña 1983-84 empezó mal, con la marcha de Müller, y acabó peor, con el descenso y sucesos varios, incluido el cambio de entrenador. La temporada 1985-86 trajo el segundo ascenso a Primera División de los tres que viviría Miquel Contestí como presidente del Mallorca, pero también trajo algo que parecía desterrado en la vida del club: las sospechas de soborno.
Contestí tuvo que declarar ante Competición por una acusación, que resultó infundada, del presidente del Deportivo, que se quejaba del arbitraje de Villena Peña en su partido contra el Oviedo. Una pataleta que el prestigio del Mallorca no se merecía bajo ningún concepto.